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Red Coral

Declaración de la obra de arte

Mirando hacia atrás, siempre me he inclinado por las obras coloridas desde muy joven. Es posible que en mi subconsciente la influencia del maestro Cruz-Diez y su Couleur en nuestras calles, plazas, museos y esculturas de mi municipio, y de todo mi país, hayan sido un gran referente e influencia en mi obra.

Muchos me han preguntado por qué llevo la temática caribeña y sus colores en mi obra.

Para ello debo dar un salto en mi memoria y remontarme a mi pasado. El primer viaje internacional que uno hace siempre se recuerda. Mi primera experiencia internacional fue visitar la hermosa isla de Curazao, con su arquitectura colonial holandesa histórica muy bien conservada y colorida. Me impresionó. Mediante la fotografía documenté cada día en detalle su fauna, arte y tradiciones locales. Como resultado, siempre me he sentido "bonbini" bienvenido en el Caribe holandés.

Por cuestiones políticas y determinación personal emprendí un viaje migratorio a Europa. De todos mis recuerdos y sentimientos sobre este viaje hay una visita particular en París al Jardín de las Plantas que consta de varias galerías y entre ellas se encuentra el Museo Nacional de Historia Natural con una hermosa colección de fósiles de todas partes del mundo. Me impactó la diversidad de bloques fosilizados, su color, su textura y su importancia en nuestra evolución como especie humana.

Reflexionando sobre este viaje, no diría que mi amor por los fósiles comenzó allí, sólo diría que nos reencontramos.

La isla de Aruba tiene un lugar especial en mi corazón, mi nuevo hogar con mi familia y hermosos recuerdos durante nuestro tiempo en esta isla. Aruba tiene 32 km de largo por 10 km de ancho aproximadamente. Aquí nació Bocagrandiart, puedes leer en mi biografía más detalles sobre esta etapa. Hacer arte en el Caribe y en Aruba fue un reto a nivel personal porque no quería imitar a mis compañeros artesanos y creadores de la isla. Mi nicho ha estado conectado con la preservación de la fauna y entre las especies con las que he podido estar más cerca, las tortugas marinas.

Aprendí mucho sobre su condición delicada y frágil en el océano ante las acciones egoístas y el privilegio de los humanos como especie dominante en este planeta. Mis lienzos eran trozos de madera seca del mar. El tallado y el cuidado para devolver estas piezas como pinturas con una narrativa implicaba un mayor contacto con la tierra y la naturaleza. Soy una artista de texturas, de colores vivos. Poder representar la naturaleza con un trozo de ella en mis manos fue un honor.

Actualmente resido en la Ciudad de México. Llevo aquí 3 años rodeada de cultura vibrante, sonidos, color y una huella ancestral que nos guía. Un nuevo capítulo ha comenzado, a dónde me llevará aún está por verse.

Jennika

Derechos de autor. Reservados todos los derechos.

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